Compay Segundo, de nombre verdadero
Máximo Francisco Repilado Muñoz, fue un cantante y compositor cubano. Nació en Siboney, Cuba, el 18 de noviembre de 1907; y murió en La Habana, Cuba, el 14 de julio de 2003. Ganó reconocimiento con como
"Sentimiento guajiro", "Mi son oriental", "Los compadres", "Balcón de Santiago", "Son del monte", "Calle salud" y
"Duets", entre otros discos.
En 1949 surgió el apodo de Compay Segundo, tras formar el dúo Los Compadres, donde a su compañero se le conocía como Compay, diminutivo oriental de compadre, por lo que él, que tocaba el armónico y hacía la segunda voz, pasó a ser Compay Segundo.
Compay Segundo nació en Siboney, a unos quince kilómetros de Santiago de Cuba, en la costa oriental de la isla, en una familia de humildes campesinos. De su abuela, una esclava liberta que vivió ciento quince años, heredó el hábito de fumar y quizás su longevidad.
De pequeño aprendió el oficio de torcedor de tabaco, trabajando en la fábrica de habanos Montecristo, para ayudar en su casa; pero también aprendió a tocar "de oído" -sin educación formal- la guitarra y el tres cubano. Más tarde, junto a su familia, se mudó a Santiago, cuando su padre fue despedido del ferrocarril donde trabajaba. En esa ciudad trabajó como barbero, sin embargo, al igual que cuatro de sus siete hermanos, sabía que lo suyo era la música.
Siendo niño, Compay Segundo formó parte del sexteto Los Seis Ases. Al mismo tiempo, fue a clases de solfeo con Noemí Toro, mandolinista y violinista, hija del director de la escuela primaria a la que asistía. Cuando supo que ya podía aprender un instrumento, escogió el clarinete, que compró a un aficionado pagándole con su trabajo de torcedor de tabaco.
Posteriormente, a los quince años, consiguió ingresar en la Banda Municipal de Santiago de Cuba, como clarinetista. Esa actividad, que le aseguraba un sueldo, le daba tiempo libre para cantar y componer sones. Su primera composición, el tema
"Yo vengo aquí" de 1922, estuvo dedicada a una muchacha de la que se había enamorado. Por esa época, empezó a relacionarse con reconocidos cantantes cubanos como Sindo Garay y Ñico Saquito, impregnandose de la esencia de la bohemia santiaguera de esos años veinte y principios de los treinta.
Compay Segundo se destacó por desarrollar sus canciones en los géneros guajira, guaracha, bolero y son, entre otros ritmos y estilos de la música popular cubana del siglo XX. Comenzó tocando guitarra, tres cubano, clarinete y bongó. También tocó tumbadora.
En los años treinta, Compay Segundo integraba el Cuarteto Cuba-nacán, una agrupación modesta que le sirvió de aprendizaje para continuar con sus actividades musicales. Luego ingresó al quinteto Cuban Stars -que dirigía Ñico Saquito-, con el que se fue a La Habana en 1934. En la capital, tras dos temporadas como clarinetista en la Banda de Bomberos de Regla, formó en 1938 el Cuarteto Hatuey con Lorenzo Hierrezuelo, Marcelino Guerra Rapindey y Evelio Machín, hermano de Antonio Machín.
Con esa agrupación, Compay Segundo llegó a México, donde fueron muy exitosos. Participaron, en la época de oro del cine mexicano, en películas como
"Tierra brava" y
"México lindo y querido". A su regreso a Cuba, se incorporó como clarinetista al ya famoso trío, liderado por Miguel Matamoros, en la etapa en que cantaba
Benny Moré. En La Habana desarrolló todo su potencial y se consolidó como un cantante y compositor excepcional, aunque pasarían muchos años para que así fuese reconocido.
A mediados de 1949, Compay Segundo creó, junto con un compañero del Hatuey, su amigo Lorenzo Hierrezuelo, guitarrista de Siboney, el dúo Los Compadres. Ese tándem musical marcó una época de la música cubana, cosechando enormes éxitos en su país. Sin embargo, en 1955 se produjo la ruptura y Hierrezuelo prefirió hacer dueto con su hermano Reynaldo -que luego fue director de la Vieja Trova Santiaguera-, en desmedro de Compay Segundo, principal inspirador del dúo.
A finales de los cincuenta, Compay Segundo fue convencido por el compositor Walfrido Guevara de que debía estar al frente de un grupo. De esa solicitud surgió Compay Segundo y sus Muchachos, agrupación a la que se unieron cantantes como Carlos Embale y Pío Leyva. En sus comienzos, lograron sobrevivir a pesar de los difíciles momentos por los que atravesaba Cuba aquellos años.
Compay Segundo solo pudo dedicarse enteramente a la música después de su jubilación en la fábrica de tabacos, en 1970. Durante casi veinte años, actuó en pequeños espacios, sin mayor influencia o trascendencia en los medios, incluso realizó muchas presentaciones para los turistas que visitaban tabernas y hoteles de La Habana.
A finales de los ochenta, un nuevo horizonte se abrió en la carrera musical de Compay Segundo, aunque ya era octogenario. En 1989, el musicólogo Danilo Orozco lo llevó como invitado especial, junto al Cuarteto Patria y a Marcelino Guerra Rapindey, al Festival de Culturas Americanas Tradicionales que se celebró en el Smithsonian Institute de Washington, Estados Unidos.
Tiempo después, Orozco lo presentó en La Habana al músico español Santiago Auserón, exintegrante del grupo de rock Radio Futura, quien solía viajar a Cuba en busca de otros sonidos. Ese encuentro fue maravilloso.
Podría afirmarse, sin exageración, que a partir de entonces Comapy Segundo fue conocido internacionalmente, además de ser valorado realmente en su país natal. En sus visitas a España a mediados de los noventa, promovidas por Auserón con motivo de los Encuentros del Son Cubano y el Flamenco en Sevilla, actuó junto a Chano Lobato y Juan Habichuela. También fue producido en 1996, con respaldo del nombrado músico español, el disco
"Antología de Compay Segundo". Con ese apoyo se hizo justicia, pues se generó un enorme interés por la música y la personalidad del sonero cubano, que a su vez llamaron la atención sobre varios cantantes o músicos que estaban en Cuba, cuyas valiosas voces y ritmos habían quedado casi en el olvido, pasando desapercibidas para el público internacional.
Buena Vista Social Club fue círculo social muy popular de La Habana en los años treinta y cuarenta, sus miembros se reunían para bailar, escuchar música y pasar un buen rato. Con ese nombre se publicó un disco producido por el músico cubano Juan Marcos González y el guitarrista estadounidense Ry Cooder, con músicos cubanos tradicionales, muchos de ellos antiguos miembros del club en su época de mayor esplendor.
El disco
"Buena Vista Social Club", publicado en 1997, fue un rotundo éxito internacional, dando como resultado la presentación del grupo, con su formación completa, en Ámsterdam, Países Bajos, en 1998, además de otros países. Ese trabajo discográfico ganó un Grammy.
El director de cine alemán Wim Wenders grabó la presentación en Ámsterdam, también un segundo concierto en suelo estadounidense, en el Carnegie Hall, en Nueva York, que colocó en punto máximo el documental del director alemán. Ese audiovisual, con igual nombre
"Buena Vista Social Club", incluye entrevistas con los músicos, en La Habana. El trabajo fue aclamado por la crítica y recibió una nominación al Óscar como Mejor Documental Largo, además de numerosos galardones, entre ellos Mejor Documental del European Film Awards.
"Buena Vista Social Club", según la crítica especializada, no hizo verdadera justicia a esos músicos y sus raíces, por el matiz comercial que expresó. Sin embargo, el disco relanzó a célebres cantantes cubanos que estaban en el olvido, como Omara Portuondo, Rubén González, Ibrahim Ferrer, Pío Leyva o Eliades Ochoa; y también a Compay Segundo. Por su parte, la cinta les abrió las puertas al mundo.
Afortunadamente, Compay Segundo vivió lo suficiente para compensar en algo el olvido en que había estado. Tuvo la oportunidad de presentarse, ya muy entrado en años pero con pleno dominio de su performance musical, en los círculos más exigentes del mundo. Solo a manera de ejemplo, se menciona su actuación en Francia en el teatro Olympia de París; y en Estados Unidos llegó hasta el prestigioso Carnegie Hall. Por si no hubiese sido suficiente, estuvo en la Sala Nervi del Vaticano, donde actuó ante el papa Juan Pablo II.
El legado de Compay Segundo a la música popular cubana y latinoamericana es muy significativo. La obra de El Patriarca Del Son, como también se le llamó, supera el centenar de canciones. Adicionalmente, dejó el armónico, un instrumento de cuerdas que derivó de la guitarra española y el tres cubano o guitarra de tres cuerdas. Las ventas de sus discos en el mundo, cuando estaba cerca de los noventa años de edad, fueron enormes.
Con más de veinte álbumes publicados en vida, incluidas dos antologías, Compay Segundo sigue siendo escuchado casi dos décadas después de su muerte. Seguramente, seguirá sonando entre los aficionados al son cubano, doquiera que se encuentren en el mundo. Del período que va de 1942 a 1955 son los discos
"Sentimiento Guajiro", "Cantando en el llano", "Compay Segundo y Compay Primo", "Mi son oriental", "Los reyes del son" y
"Los Compadres" En los cuarenta años que median entre 1956 y 1995, época en la que era un olvidado de las disqueras, publicó
"Balcón de Santiago", "Balcón de Santiago (Reedición)" y
"Saludos, Compay" Durante los años que van de 1996 a 2002, su etapa internacional dentro del mundo musical, estrenó en 1996
"Cien años de son, "Yo vengo aquí" y "Son del monte". En 1997 "Musique Traditionelle Cubaine", "Buena Vista Social Club" y "Antología". "Lo mejor de la vida" salió en 1998. "Calle salud", en 1999. Del año 2000 son "Yo soy del norte" y "Las flores de la vida". Otra "Antología" salió en 2001 y "Duets" en 2002.
Para conmemorar el centenario de su nacimiento, en Cuba fue editado en 2007 "Cien Años. 100th Birthday Celebration" (3CD+DVD).
Después de la muerte de Compay Segundo, en su país natal se le han rendido múltiples homenajes. La casa donde vivió sus últimos años fue convertida en un museo, inaugurado en 2006 en La Habana. En su honor también se realizaron en 2012 el XIV Festival Internacional Habanos, en febrero; el Cubadisco, en mayo; y el festival de Música de Cámara Leo Brouwer, en octubre. Adicionalmente, un monumento funerario en su memoria, fue erigido en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.
Poco tiempo antes de morir, dada la prohibición del médico del café y el tabaco, refunfuñó: "yo sé esto y me escondo en un platanar”. El 14 de julio de 2003, a los 95 de edad, Compay Segundo falleció en La Habana, debido a una insuficiencia renal. Fue sepultado dos días después en Santiago de Cuba, la cuna del son y de la trova cubana, en medio de una multitudinaria manifestación de duelo.
Compay Segundo, El Patriarca Del Son, El último Trovador o el hombre que internacionalizó la música cubana, siempre tuvo presente sus orígenes humildes. Fue autodidacto y aprendió "de oído" los ritmos que sonaban en Santiago de Cuba, la ciudad en la que creció, caracterizada por su bohemia. El tres cubano, la guitarra, el clarinete y el bongó fueron instrumentos que dominó; además del el armónico, un invento que consiguió por hibridación de la guitarra y el tres.
Fueron varios grupos musicales los que fundó o complementó Compay Segundo, el Cuarteto Hatuey, el Quinteto Cuban Stars, el Conjunto Matamoros o Los Compadres, fueron los más destacados. Nunca sabremos qué hubiera hecho, hasta dónde hubiera llegado esa alma inquieta, sensible y musical, si hubiera podido dedicar su ingenio y su talentoso trabajo por entero a la música, como siempre quiso. Aun así, dejó una importante obra que sin duda lo sobrevivirá mientras existan los aficionados al son cubano y a otros ritmos de la música popular del Caribe. Aunque el merecido reconocimiento internacional le llegó después de los ochenta años de edad, pudo vivir lo suficiente para recibirlo, imbuido siempre de su gran sentido del humor... "Espero llegar a los cien años y pedir prórroga, como hizo mi abuela. Yo voy sacando candela". Le faltó poco, pero nos dejó tanto...