La Lupe, de nombre verdadero
Lupe Victoria Yolí Raymon, fue una extraordinaria cantante cubana. Con un estilo único e inigualable, durante dos décadas realizó una carrera musical intensa y muy exitosa. Admirada por muchos amantes del bolero, incomprendida por otros, después de su muerte se convirtió en leyenda. Dejó una huella imborrable dentro de la música afrocaribeña.
La Yiyiyi, como también se hizo llamar, fue controversial, irreverente y, según algunos críticos, adelantada a su tiempo. Derrochó buena parte de la fortuna que hizo gracias a su gran talento musical, llegando a vivir de la caridad. Doce años antes de morir, se apartó de la industria musical. En la última fase de su vida, alejada ya de otras creencias religiosas, se convirtió al cristianismo. Se distanció, asimismo, de la vida mundana que había cultivado.
Fue oriunda de San Pedrito, un barrio de Santiago de Cuba, al suroriente de la mayor isla del Caribe. Según su certificado de nacimiento, La Lupe vino al mundo el 23 de diciembre de 1936. Sin embargo, en la lápida de su tumba, en el Cementerio St. Raymond's, hay otra fecha. Está inscrito que nació el día ya indicado, pero de 1939. Es por eso que, con frecuencia, se hace referencia a este dato erróneo. Murió el 20 de febrero de 1992 en el Bronx, ciudad de Nueva York. La Reina del Soul Latino, como algunos también la nombraron, tenía cincuenta y cinco años de edad. Otro error frecuente se ha cometido con su nombre de pila. Es común decir que se llamaba Guadalupe, cuando en realidad era Lupe.
Varias fueron las canciones que convirtió en hits, al punto de que, más de medio siglo después, siguen sonando. Entre otras,
"Qué te pedí", "Puro teatro", "La tirana", "Oriente", "Yo no lloro más" y
"Adiós".
La Lupe nació y creció en San Pedrito, un barrio pobre de Santiago de Cuba, al noreste del país. Perteneció a una familia tranquila y decente. Su madre, Paula Raymond Soler, era de Guantánamo, al noreste del país. Su padre, el santiaguero Tirso Yolí Michel, era un obrero de la fábrica Ron Bacardí. El matrimonio tuvo además otros dos hijos, Norma y Rafael. De su pueblo, La Lupe llegó a decir que nadie lo conocía. La gente supo donde quedaba, gracias a ella.
Desde muy niña le tomó el gusto a la música, aunque nunca realizó estudios formales en esta área. En ese tiempo decía que quería ser artista, cantante, bailarina. Le decían Yiyi. Como La Yiyiyi se haría llamar años después, cuando se hizo famosa.
Bien temprano empezó a disfrutar de géneros como el bolero, la guaracha o el guaguancó. Pero también de las comparsas y los toques de santo. Más adelante le tocó vivir con Rosa, su madrastra. El padre se había vuelto a casar y se la llevó a su nueva casa.
Rechazando la idea de que su hija fuera cantante, Tirso Yolí la puso a estudiar en una escuela normalista. Se graduó de maestra, pero nunca ejerció. Empezó a cantar en algunos concursos de radio y en clubes pequeños, sin la aprobación de sus padres. En ella, rebelde y segura de sí misma, había ganado la música.
Alguna vez comentó que entre sus artistas preferidas de esa época, estaban las españolas Carmen Amaya y
Lola Flores. Y en especial la cubana
Olga Guillot, a quien al parecer imitaba cuando comenzó.
A una de esas competencias de canto de la radio santiaguera, una vez llegó caminado. Con unos zapatos apretados y a escondidas del padre, entró a la radioemisora La Onda Musical de Oriente. Cuando le tocó cantar, lo hizo descalza. Se dice que de allí le quedó la costumbre de sacarse los zapatos en el escenario. Fue su manera de sentirse libre, dando rienda suelta a su todo su talento musical.
En 1955, se mudó con la nueva familia de su padre a la capital del país. En adelante trabajaría para desarrollar su vocación por el canto. Su gran pasión.
La Lupe logró independizarse de la casa paterna, a finales de los cincuenta. En La Habana comenzó cantando con Facundo Rivero, pianista, compositor y fundador del Cuarteto Los Rivero. Corría el año 1958. En ese reconocido conjunto musical estuvo poco tiempo. Luego cantó en otros grupos y en pequeños clubes.
En 1959 inició su carrera musical, de manera más profesional. Ese año se incorporó al trío Los Tropicubas, dirigido por "Yoyo" Reyes. Además del director, al conjunto trío pertenecían Lupe y Nancy, las voces femeninas. Solían presentarse en El Rocco, un club de la Habana.
Por ese tiempo empezó a llamarse La Lupe. Más adelante se casaría con el director de Los Tropicubas. Fue una relación breve y dolorosa, pero decidió seguir adelante. Dio inicio a su carrera en solitario.
La Lupe empezó a presentarse en centros nocturnos habaneros como Le Mans y el Club La Red. En ese entonces también comenzó a conocerse como La Yiyiyi. Fue el principio de una vertiginosa y exitosa carrera musical. El inicio de la leyenda, opinan algunos.
La fama le llegó rápidamente. Una mulata santiaguera cautivaba a los habituales del club La Red y de muchos otros centros nocturnos de La Habana. Su forma de cantar, llena de energía y un extravagante performance en vivo, la hizo famosa casi inmediatamente. Con presentaciones muy exitosas, recibió la aclamación del público. También llamó la atención de varios críticos e intelectuales, cubanos y extranjeros.
En 1960 La Lupe grabó su primer disco,
"Con el diablo en el cuerpo", contentivo de doce piezas musicales. El álbum, respaldado por el sello Discuba, fue un éxito. Además del tema homónimo, incluye canciones como
"I Miss You So (Te extraño tanto) ", "La mentira" y
"Quiéreme siempre". En este trabajo incluyó
"Fiebre", una versión de la balada estadounidense de Bavenpor-Cooley, popularizada por Peggy Lee. Esa adaptación resultó un tremendo hit. La Lupe demostró toda la fuerza y la expresividad de su talento. El álbum ganó un disco de oro, por el volumen de ventas.
La cantante desarrolló su especial talento para la música, cantando en La Habana de finales de los cincuenta. Esta era entonces una de las ciudades como mayor vitalidad musical nocturna, en todo el planeta. Allí se hizo La Lupe. Aprendió a vibrar con los ritmos de la santería, el jazz, el Great American Songbook o los crooners. Pero también con la ranchera, el tango, la música flamenca, las rumbas de barrio y las congas carnavaleras.
En el club donde se hizo famosa, La Red, fueron a verla artistas e intelectuales de renombre. Suele decirse que fueron ellos los primeros que abonaron al mito. Cuenta la leyenda que Pablo Picasso dijo de ella: Es un genio. Por su parte, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir exclamaron: Es un animal imparable.
El escritor cubano Guillermo Cabera Infante, llegó a decir de ella que era un "fenómeno fenomenológico". Otro que fue a verla en La Red, fue el escritor estadounidense Ernest Hemingway. Al parecer, dijo que ella era "la creadora del arte del frenesí, del delirio y del frenesí".
Una anécdota graciosa, casi inverosímil pero real, fue reseñada por la revista cubana Bohemia, el 23 julio de 1961. En esa edición se publicó lo que sigue a continuación.
"Cuando decíamos que La Lupe iba a llegar muy lejos, no pensábamos en tanto. Por ejemplo, la semana pasada, sin moverse de La Habana, su nombre era ya muy comentado en Praga [entonces capital de Checoeslovaquia]… Resulta que en el disco de larga duración [recién] salido, La Lupe canta
'Fiebre' y en mitad de la canción, lanza dos o tres veces el título original:
'Fiver'". Se ha comentado que los checoeslovacos entendieron que lo que quería decir la cantante era 'Fidel'. Como les gustó la canción, llamaban continuamente a Radio Praga para que colocaran "la canción de Fidel".
El impacto y el furor que La Lupe causaba por esos años en La Habana, lo reseñó también la mencionada revista. En la edición del 22 de octubre 22 de 1961, publicó lo siguiente.
"Nadie puede afirmar ni negar nada sobre La Lupe antes de escucharla y aún después hay que escucharla de nuevo. La Lupe es un caso de arte considerado como sensación pura y por eso todo el mundo necesita tener siempre cerca del tocadiscos un 'long playing' de La Lupe. (…) Es una de las cuatro mujeres de este universo que cultivan y dominan el arte nervioso: Lola Flores, Carmen Amaya, Adelia Castillo y La Lupe".
Su segundo disco,
"La Lupe Is Back", fue grabado con Discuba en 1962. Contiene doce canciones, pero no fue publicado en la isla.
Para ese entonces, la situación política cubana no era favorable a la propuesta musical de La Lupe. Ni a la de muchos artistas que se presentaban en las noches habaneras. El gobierno revolucionario consideró que la cantante no tenía talento. Su performance no era bien visto por el régimen revolucionario.
En una reseña publicada en el diario Revolución, el 20 de septiembre de 1960, aparece sin firma, lo siguiente. "Sus actuaciones son desastrosamente impropias y desagradables, completamente opuestas al buen gusto y carecen de la más mínima expresión de arte. La Lupe es como una amenaza pública y defenderla es casi un pecado". A esto se sumaron algunas voces, por televisión, de algunos periodistas que, se dice, estaban de acuerdo con el nuevo gobierno.
A La Lupe no le quedó otra opción que marcharse del país. Se llevó encima su fama, pero no tenía dinero. Fue primero a México, como tantas otras estrellas que brillaron en los cincuenta en la noche cubana. De allí pasó a Estados Unidos, viviendo unos meses en la ciudad de Miami, al sur de La Florida. Finalmente se estableció en la ciudad de Nueva York.
En La Gran Manzana empezó a cantar en La Barraca, un bar en el centro de Manhattan. Allí fue "descubierta" por el percusionista cubano Mongo Santamaría, con el que grabó un disco. En la urbe neoyorquina alcanzaría la cúspide su carrera musical. Y su declive. Lo veremos en el próximo apartado.
La Lupe cantó sobre todo boleros. En su singular performance hacía mucho más que interpretar canciones. "Las sufría, las gritaba, las lloraba con una rabia contenida y las ofrendaba con una cómplice seducción", dicen algunos críticos.
Interpretó también otros ritmos afrocaribeños, fusionados con soul y hasta un poco de rock. Con un estilo poderoso y muy intenso, en el escenario se convertía en un vendaval. Con un torrente de voz natural, fue además muy versátil.
Aparte del bolero, en el que logró una descomunal expresividad, interpretó otros géneros musicales. Cantó guaracha, salsa, boogaloo, mambo, rumba, latin soul y hasta incursionó en el rock y el funk. Pero también en la música de santería y, al final, en el culto pentecostal. A la música tradicional venezolana le dedicó un disco, acompañada de instrumentos del folclor, que fue un éxito. Algunos piensan que para ella eso no fue problema. Es que asumió el ritmo, todos los ritmos, como una cuestión de fe.
En alguna ocasión, la revista neoyorquina The Village Voice dijo de ella lo siguiente. "La Lupe es
Edith Piaf,
Janis Joplin y
Aretha Franklin en una sola mujer, más un toque de locura".
Sus presentaciones, en vivo o en televisión, eran una puesta en escena única e irrepetible. Encantaba a muchos de los presentes o televidentes, aunque otros la consideraban fuera de sí. En especial en su performance en vivo, entraba como en una especia de trance, que conquistaba a la audiencia.
La música fue su mayor pasión. Generalmente, mientras cantaba, se golpeaba, se mordía o se reía, logrando mantener el ritmo, la letra y la entonación. Pero además, se quitaba los zapatos, los anillos, los collares y, a veces, los lanzaba al público.
En otras ocasiones le pegaba una y otra vez al pianista o al percusionista. La audiencia, entusiasmada, celebraba esas travesuras. Hizo de la irreverencia y la extravagancia su estilo musical. Hay quienes afirman que, incluso, adelantándose y sin saberlo, a veces hizo rap. Y también se adelantó a cierto performance que algunos roqueros implementarían después.
Lo que no es cierto es que se quitara toda la ropa en el escenario. Es lo que afirman sus biógrafos y quienes conocieron sus shows en vivo. Lo demás son especulaciones que algunos han dejado correr en contra de esta extraordinaria mujer, convertida en leyenda.
Ese estilo tan particular de cantar y, sobre todo, de vivir el bolero, le ganó muchos admiradores. Asimismo, como era de esperar, no pocos detractores. Desde mediados los sesenta, hasta principios de los setenta, fue la cantante latinoamericana más exitosa en La Gran Manzana. Sin duda, triunfó.
La Lupe realizó una carrera musical que llegó a la cúspide en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, a diferencia de lo que algunos piensan, la cantante se hizo en La Habana. En su país de nacimiento tuvo una corta pero exitosa trayectoria, siendo considerada la mejor cantante de 1960. Entonces era más solicita de que otras estrellas cubanas, como Olga Guillot o
Celia Cruz.
Exiliada de su país y asentada en La Gran Manzana, desarrolló una formidable trayectoria en la industria de la música. La misma puede dividirse en, al menos, dos etapas. La que transitó con el maestro
Tito Puente y la que emprendió en solitario.
Pero vayamos por partes.
La Lupe llegó a la cuidad de Nueva York sin dinero. Solo contaba con la energía de sus veintiséis años y su gran talento para el canto. No eran poca cosa, pero al principio tuvo que trabajar muy duro para conseguir una oportunidad. Con esos atributos, a los pocos meses logró ser contratada para cantar en algunos bares neoyorquinos.
No mucho tiempo después la fue a ver el percusionista cubano, Mongo Santamaría. Encantando con la actuación en vivo de la cantante, le ofreció grabar un disco.
"Mongo Introduces La Lupe" fue el título del álbum, publicado con el sello discográfico Riverside en 1963.
Son nueve canciones de música bailable, fundamentalmente en género latin jazz. Algunos de los temas fueron compuestos por el mismo percusionista, también a cargo de las congas y el bongó. En ese disco, La Lupe se pasea por estilos como cha-cha-cha, latin Jazz, guaguancó y hasta merengue.
"Besito pa' ti", "Kiniqua", "Uncle Calypso", "Montuneando", "Oye este guaguancó" y
"Este mambo", son temas del disco. Ni qué decirlo, el álbum fue un tremendo éxito de público y crítica.
Esas canciones llegaron también a oídos del director Tito Puente. Gracias a ese trabajo, el también timbalero cambió la opinión que tenía de La Lupe. Tiempo antes la había escuchado en el bar neoyorquino donde ella cantaba, pero no le gustó. Llegó a comentar que la muchacha no cantaba, sino que gritaba. Que había que desarrollarla, prepararla quizás mediante la grabación de un disco.
Pronto surgieron algunas desavenencias entre La Lupe y el afamado percusionista, Mongo Santamaría. Al parecer no fueron problemas graves, pero se dice que la cantante no le comunicó que estaba en conversaciones con Tito Puente.
Incluso, Mongo Santamaría estaba planificando una gira de conciertos a Puerto Rico. Por supuesto, contaba con La Lupe. Ella se negó y solo entonces le reveló que trabajaría con genial timbalero. El percusionista cubano se sintió traicionado por la falta de comunicación de la cantante.
La Lupe con Tito Puente Cuando La Lupe se incorporó a la orquesta de Tito Puente, su carrera musical alcanzó la cima. En los sesenta, ambos grabaron juntos solo cuatro álbumes. Fueron suficientes. Ella se convirtió en una estrella. El talento de la cantante, la visión del timbalero y el apoyo de la disquera, consiguieron un éxito sin precedentes. La Yiyiyi fue catapultada a la fama.
El primer disco de La Lupe en esta nueva etapa, fue un tremendo éxito. Fue publicado en 1965 con el título de
"Tito Puente Swings, la Exciting Lupe Sings". Con respaldo del sello discográfico Tico Records, contiene doce temas muy variados. En este álbum, La Lupe demostró una vez más su versatilidad para interpretar varios géneros y estilos de música. En esa docena de canciones puede escucharse desde latin jazz, folclore, salsa y boogaloo, hasta música afrocubana.
"Yo no lloro más", "Bomba na' ma'" y
"Menéalo (Tiene la azúcar abajo) ", son canciones de ese exitoso disco. Pero también, entre otras,
"Homenaje a Juan Vicente", "María Dolores", "Jala jala", "Adiós" y
"Elube Changó". Todas, piezas musicales muy sonadas y muy exitosas.
Al álbum también pertenece el bolero
"Qué te pedí". Este es un verdadero clásico del bolero y, por supuesto, de la discografía de La Lupe. Nadie más lo ha grabado con tanta intensa expresividad como ella, al decir de algunos conocedores de este género musical.
Ese mismo año de 1965, La Lupe grabó con Tito Puente el disco
"Tú y yo". Bajo la edición de Tico Records, contiene también doce canciones. Son temas donde la cantante interpreta guaracha, bossanova, merengue y, por supuesto, boleros.
Luego vinieron otros álbumes grabados por La Lupe con Tito Puente. Suele decirse que en el éxito de estos nuevos trabajos discográficos, privó la visión comercial del timbalero. Discos como
"Homenaje a Rafael Hernández" y
"The King And I", fueron un acierto. Se estrenaron, respectivamente, en 1966 y 1967, con respaldo de Tico Records. Fueron los dos últimos discos que La Lupe y el reconocido timbalero grabaron en los sesenta.
A finales de la década siguiente, La Lupe y Tito Puente grabaron el que sería su último álbum, juntos. Fue estrenado en 1978 con el nombre de
"The Couple (La pareja)".
Contiene ocho temas respaldados por Tico Records, disquera que 1974 había sido adquirida por el sello Fania Records. Las siguientes, son algunas de las canciones incluidas en el disco.
"Dile que venga", "Pobre de mí", "No me importa", "La lloradora", "Calumbo" y
"Porque así tenía que ser".
Este álbum fue la respuesta de Fania Records cuando Tito Puente intercedió para que se atendiera la solicitud de La Lupe. Ella pedía que se le liberara de su contrato, para tratar de trabajar con otra disquera.
"The Couple (La pareja)", no tuvo buena recepción por el público. Fue un disco poco promocionado por la disquera. De ese modo, el esperado retorno de la cantante fue solo ilusión.
La Lupe, en solitario La Lupe publicó cerca de una veintena discos de larga duración, trabajando en solitario. En esa cuenta van los dos que grabó en su país natal.
Incluso, mientras estaba con Tito Puente, publicó dos discos como solista. En la mayoría de sus trabajos discográficos, estuvo respalda por el sello discográfico Tico Records. Fue la disquera con la que casi siempre publicó sus discos, realizados en Estados Unidos.
De 1996, por ejemplo, es el álbum
"La Lupe y su alma venezolana". Es un homenaje a la música tradicional y folclórica de Venezuela, donde la cantante gozó de tanta aceptación. En ese trabajo, publicado por Tico Records, demostró una vez más su versatilidad. Con gran sentimiento y talento vocal, se identificó con la música de ese país hermano.
Canciones como
"Golpe Tocuyano", "Canto a Caracas", "El gavilán" o
"Barlovento", hicieron las delicias de muchos venezolanos de la época. Son piezas interpretadas, a la vez con candor y picardía. Todavía hoy se siguen escuchando en ese país latinoamericano. Y en otros de la región.
"A mí me llaman La Lupe", también de 1966, es un disco en el que nuevamente muestra amplitud y flexibilidad. Con su talento vocal incursiona en varios estilos de música. Tomando como base el latin jazz, canta guaracha, bolero, bomba, samba, cha-cha-cha, son montuno, guaguancó y merengue.
Por esos años, La Lupe era invitada frecuentemente a varios de los programas más populares de la televisión estadounidense. Aparecía en espacios de alto rating, como los conducidos por Dick Cavett, Mike Douglas y Merv Grifith. Fue una época en que se la consideró un fenómeno musical. Y Reina De La Música Latina, en Estados Unidos.
En 1967, grabó uno de sus pocos álbumes que salieron con otra disquera. Con el nombre de
"The Queen Does Her Own Thing", fue editado por Roulette Records.
El año siguiente publicó dos discos con su disquera habitual.
"Dos lados de La Lupe" y
"Reina de la canción latina". A los que seguirían otros, hasta el final de la década.
Entre 1968 y 1969, el reconocido compositor puertorriqueño Tite Curet Alonso escribió o adaptó varios temas para ella. Entre otros,
"Carcajada final", "Puro teatro" y
"La Tirana". Este último era un bolero,
"El gran tirano", compuesto para Roberto Ledesma. Como el cantante cubano no lo quiso, el compositor boricua lo adaptó para La Lupe. Resultó un éxito rotundo.
Para ese momento, La Lupe vivía sus mejores momentos en la industria de la música. Fueron años de esplendor, en los que se convirtió en una diva. A diferencia de sus triunfos musicales, sus asuntos personales resultaban un tanto azarosos.
La vida dispendiosa que empezó a llevar por esos años, fue una suerte de compensación. Al menos así opinan algunos de sus biógrafos y conocedores de su vida. Ropa cara y mucho derroche de dinero, fueron parte de su rutina.
Al parecer, no tenía mucho conocimiento de los altibajos que un artista puede experimentar en la industria musical. No sabía cómo manejar sus finanzas. O no le daba mayor importancia al dinero.
La Lupe fue la primera cantante latina que actuó en prestigiosos escenarios de la ciudad de Nueva York. En esos años dorados llegó a presentarse en el Carnegie Hall y en el Madison Square Garden. A esos espacios llevó su exuberante gracia y la más recóndita tristeza, dicen algunos críticos.
En la siguiente década grabó varios discos, pero ya no fue considerada una estrella. Varios factores incidieron en ese declive. Entre ellos, la consolidación la salsa como género musical. Por ese motivo, las producciones musicales de La Lupe fueron perdiendo relevancia.
A la par estaba su vida personal y sentimental, que se había desequilibrado como nunca. Siendo santera, muchos de sus "padrinos" se aprovechaban de su influencia y de su dinero. Su segundo esposo empezó a desarrollar un cuadro esquizofrénico. Gastó grandes sumas de dinero para tratar de salvarlo. A esa situación se sumaba la vida ostentosa que había llevado hasta ese momento. En poco tiempo, tuvo que hipotecar su casa y cayó en bancarrota.
En la primera mitad de los setenta estrenó discos como
"Definitivamente La Yiyiyi" o
"That Genius Called The Queen". Asimismo,
"La Lupe en Madrid", "Stop, I'm Free Again", "¿Pero cómo va a ser?" y
"Un encuentro con La Lupe".
"Única en su clase" y
"En algo nuevo", fueron los dos últimos álbumes que grabó con su tradicional estilo. Salieron, respectivamente, en 1977 y 1980, con respaldo del sello Tico Records.
La Lupe ganó y derrochó mucho dinero, como se ha dicho más arriba. Disfrutó de la fama, satisfaciendo muchos de sus caprichos. Conquistó, en todo el mundo, a millones de aficionados al bolero y a la música bailable del Caribe. Varios intelectuales, escritores y artistas famosos, la admiraron casi hasta la devoción.
Cuando la salsa empezó a tomar fuerza en la década de los setenta, comenzó a ser relegada por Fania Records. Este sello había comprado en 1974 la disquera Tico Records, con la que La Lupe había trabajado siempre. No se le liberó el contrato, como pidió encarecidamente en 1978, para poder otra buscar trabajo en otra compañía. Incluso Tito Puente se sumó a esa solicitud. Tampoco se le dieron otras oportunidades.
Una serie de problemas personales, familiares y financieros, la llevaron a la quiebra. Se retiró de la escena musical en 1980, con poco más de cuarenta años de edad.
Pobre, con su mansión hipotecada, se mudó a Puerto Rico durante unos meses. Esperaba obtener algún contrato para volver a los escenarios. La permanencia en Borinquén le ocasionó dificultades con varias cadenas televisivas. Se vio obligada a regresar a la Gran Manzana.
Una de las últimas presentaciones de La Lupe fue en el Teatro Puerto Rico, en la ciudad de Nueva York. En esa ocasión cantó sus canciones más famosas. Entre ellas,
"Qué te pedí", "Puro teatro", "La tirana", "Oriente", "Yo no lloro más" y
"Adiós".
Pagó por sus excesos y volvió a la pobreza. Sin embargo, podría decirse que encontró un tipo de riqueza que nunca había disfrutado. Se unió a la Iglesia pentecostés. Se entregó a Los Evangelios y se hizo predicadora. En esta etapa parece ser que compuso e interpretó canciones evangélicas. Se dice que fueron recopiladas en casetes, pero nunca han sido editadas. Algunos fanes esperan que algún día puedan ser publicadas.
Uno de sus biógrafos ha afirmado que murió feliz. En todo caso, parece que halló la paz que su temperamento nervioso y su espíritu rebelde nunca le habían dado.
Su figura artística cayó en una especie de olvido. Sin embargo, en 1988 el cineasta español Pedro Almodóvar la rescató en una de sus películas más famosas.
"Mujeres al borde de un ataque de nervios", del citado director, cierra con una interpretación de La Lupe. Se trata de la canción
"Puro teatro", uno de los grandes clásicos de esta dolorida y genial cantante.
Desde entonces, la obra musical de La Lupe ha sido revalorada y reeditada. Se le han rendido varios homenajes en distintos eventos musicales. De esa manera, las nuevas generaciones de aficionados al bolero han podido conocerla. Hay que decir, sin embargo, que La Yiyiyi nunca desapareció de las preferencias musicales de una numerosa audiencia.
Entre otros reconocimientos a su obra musical, está el de la Alcaldía de la ciudad de Nueva York. En 2002, la antigua calle East 140 del Bronx, fue bautizada como
La Lupe Way. Es un hermoso e inolvidable tributo en su memoria.
Cerraremos este apartado reseña con la opinión de Sergio Santana, escritor e investigador musical colombiano.
"La Lupe es importante porque le dio otra faceta al cantar latinoamericano, de rockera diríamos ahora, irreverente, insumisa, de gritos llevados desde el susurro. Representa el despertar de una época en los 60, donde todo era encasillado y había que romper estructuras vocales y de comportamiento. Esa era La Lupe, muchas veces incomprendida".
En 1959, La Lupe se casó con Eulogio "Yoyo" Reyes Mesías, integrante fundador del trío Los Tropicuba. Ella se había integrado a ese conjunto musical el año anterior. De este matrimonio nació su hijo, René Camaño. La relación conyugal se deterioró rápidamente por infidelidad del marido, con la otra integrante del trío. También se ha dicho que había un asunto de drogas, que asustó a la cantante santiaguera.
En la década de los setenta se casó de nuevo. Este segundo matrimonio fue con Willie "Wily" García, integrante del sexteto de Joe Cuba. Fue una relación tormentosa y violenta, porque la enfermedad mental que sufría su esposo demoró en diagnosticarse. La Lupe vendió su mansión y lo dejó todo para tratar de salvarlo, pero el vocalista falleció en 1975. Con él tuvo una hija, a la que bautizaron como Rainbow García.
La Lupe falleció el 29 de febrero de 1992, a los cincuenta y cinco años de edad. Sufrió un colapso mientras dormía en su apartamento ubicado en el Bronx, Nueva York. Fue trasladada por su hija a un hospital de Manhattan, en la misma ciudad, pero fue declarada muerta. La causa del deceso fue un infarto del corazón.
Su cuerpo fue enterrado en el cementerio St. Raymond's, ubicado en el Bronx.
Con el nuevo siglo, la imagen y la obra de La Lupe se han revalorizado. En su tiempo de mayor esplendor, no siempre fue comprendida. Hay quien dice que actualmente es mucho más aceptada que hace tres décadas, cuando murió.